Se precisa reflexión: Amazon.es y el Bulling silencioso a los escritores Indies (publicación original Facebook 2013)
Se precisa reflexión.
De un tiempo a esta parte llevamos observando una nueva praxis, sutil, silenciosa, manipuladora y feroz especialmente en el portal AMAZON ESPAÑA, que comienza a ser paradigma de este tipo de estrategias por la espalda, especialmente contra las obras de escritores independientes.
Al inicio del fenómeno Indie, porque lo es, mal que les moleste a algunos, de la aparición del portal español (Amazon.es) y con él la entrada en catálogo de las obras al margen de las editoriales; esto es, las obras de escritores independientes (indies), ya comenzaron a escucharse las primeras críticas centradas en menospreciar el trabajo y el esfuerzo de dichos escritores; que, no olvidemos, lanzaban al mercado obras de las cuales el sector editorial ni controlaba, ni, claro está, se beneficiaba de ellas. Al principio nos ignoraban. Decían que el E-book tardaría años en implantarse, que los lectores, especialmente en el caso español y latinoamericano, tenían hábitos definidos y que aquellos que vendíamos exclusivamente material en digital estábamos condenados a la marginalidad. Lo cierto es que inicialmente fue así. Cuando tratabas de publicitar tu obra y decías que solo estaba disponible en digital había cejas fruncidas e inmediatamente preguntaban si se podía conseguir en papel o, amablemente, declinaban su interés por la obra hasta que no fuese material impreso. Sin embargo, pronto (muy pronto) la cosa cambió y la tendencia creció de manera tan exponencial que hoy no es raro encontrarse comentarios dirigidos hacia las editoriales de lectores que preguntan si tal o cual libro impreso tiene su versión en ebook. Las propias editoriales, que ni siquiera reflejaban en muchos casos en sus contratos los derechos de explotación digital, porque los creían menores y marginales, hoy es lo primero que quieren cerrar, ya sea para explotarlos ellos, ya sea para que el autor no lo haga.
Decían, a fin de cuentas, que nuestro peso en el mercado sería ínfimo, que no representábamos ni el 1% de la tendencia consumidora de literatura, que nos cansaríamos o, imagino, tenían la confianza de que el sistema nos absorbería y que ellos seguirían controlando dicho sistema. Sin embargo, esto no fue del todo así. Bajamos los precios y seguimos escribiendo de manera independiente, a pesar de las tentaciones por parte de una industria editorial tradicional que pronto le vio las orejas al lobo y que se esforzó rápido por dar el mensaje contrario. Hablo de escritores independientes en su mayoría, no de Vilches&Charro en particular, quiero que quede claro.
Fue entonces cuando empezaron a oírse las primeras críticas con cierto grado de visceralidad, especialmente desde medios y personas cuyos intereses estaban muy relacionados con el actual sistema editorial:
La puñalada venenosa se centró directamente en los autores.
Nos acusaron, primero, de ser escritores frustrados, renegados, de segunda clase. Autores que al no encontrar su hueco en las editoriales mendigaban cual perroflauta sus miserias por la red. Que no teníamos la calidad suficiente para pasar el filtro editorial y nos dedicábamos a vender por las esquinas de internet obras que daban vergüenza ajena... pero resulta que esas obras se colocaron en las primeras posiciones de los rankings, desplazando a los autores más consagrados y conocidos y a las editoriales más potentes. Amazon se convertía entonces en territorio Indie.
El segundo ataque fue directo a los autores que ya nos habíamos abierto un hueco y que por lo tanto ya NO éramos los parias del sistema, sino quienes estaban cosechando las mejores estadísticas. Fue insistir en la mediocridad de las obras. Se nos acusó de llenar el mercado de miseria literaria, de obras de mala, malísima calidad, por eso eran baratas (en ese silogismo pretencioso de que lo bueno debe ser por naturaleza caro). Se nos acusó incluso de atacar el libro impreso como forma de cultura y, por lo tanto, éramos algo así como terroristas literarios que íbamos a terminar con la cultura literaria de calidad. Sostenían (y sostienen sin escrúpulo) que era IMPRESCINDIBLE pasar por el filtro de calidad que imprime una editorial, con la falacia que ello supone al mero sentido común: libros malos han existido toda la vida y TODOS han sido fruto de una decisión editorial, por lo que el filtro no es que sea infalible. Amén de que no hay que ser muy listo para saber que su concepto de "calidad" está directamente relacionado con la potencialidad de ventas. Es de cínicos no admitir que desde una editorial da luz verde a libros SOLO a libros "que funcionan o podrían funcionar en el mercado" en el momento dado. La prueba de esto es que durante este periodo asistimos a una paradoja del sistema: mientras se lanzaban este tipo de acusaciones, nos encontramos que muchas editoriales iniciaron un sistema de búsqueda y captación masiva de los autores y obras independientes que en aquel momento copaban las listas de más vendidos, sin importar género literario, tipo, nacionalidad, sexo, estado civil o creencias religiosas de sus autores (evidentemente todos desconocidos hasta la fecha). Lo que importaba era absorberlos, convertirlos al sistema. Parecía que las obras que hacía un instante eran deplorables por el simple hecho de no haber salido de una editorial, por arte de magia iban a ser todo un fenómeno literario (de hecho lo eran, de ahí su interés por ellas). Muestra, una vez más, del "flexible" concepto de calidad editorial.
La estrategia estaba bien pensada, por un lado se seguía atacando a los rebeldes, por otro se buscaba sumar a sus filas a los más punteros y que el sistema hiciese propio el éxito y la relevancia de dichos autores.
Pero...
Ni todos los autores se dejaron seducir, ni eso alejó a los que decidimos quedarnos del TOP de las listas, justo lo contrario. Muchos, animados por el repentino interés editorial en los indies se volcaron por completo en Amazon con la esperanza de llamar la atención y ser fichados. Avalancha de títulos, autores y oferta, para disfrute del personal lector. La cosa se les iba de las manos, así que la estrategia cambió de posición, o digamos, hubo que seleccionar un nuevo objetivo al que atacar. En este caso fue dudar de la fiabilidad del propio portal. Amazon, que ya había empezado a ser cuestionado en la fase anterior por ser ese espacio indeseable y sin criterio que permitía que "cualquiera" publicase. Se centró entonces la rumorología de la web con una inmensidad de "malas praxis", trucos, engaños al sistema (que Amazon si bien no alentaba, permitía, según ellos) que usaban los autores indies para darse relevancia: que si comprábamos nuestros libros en masa, que si había estrategias sucias para subir puestos en los rankings... y los comentarios, los benditos comentarios que tanto han dado que hablar: O nos comentaban familiares y amigos (los mismos y únicos que nos compraban, claro) o nos autocomentábamos e inflabamos nuestras estadísticas con ello. Es honrado admitir que todo sistema tiene sus lagunas y que Amazon las tenía, aunque ha sido muy severo castigando malas praxis, especialmente a los autores. Se decía que un autor podía falsear comentarios y hasta cierto punto era relativamente fácil (aunque mortificantemente engorroso) crearse cuentas "falsas" con las que entrar bajo pseudónimo y cascarse un comentario beneficioso.
Lo que no se dice es que esa misma estrategia tiene el doble filo y que cualquiera puede dedicarse a hacer exactamente lo mismo para zumbar una crítica terrible al libro que le de la gana (una o cien, claro; hasta que se le agote la paciencia). Y si bien es cierto que lo primero ocurría, también ocurría lo segundo y mucho. No era extraño que un día apareciesen de golpe tres comentarios seguidos de los que llamo "destroyer". Solían aparecer, además, coincidiendo con momentos álgidos en los rankins. Se daba la sospechosa coincidencia de que cuanto mejor iba el libro, más rápido y en mayor cantidad y frecuencia aparecían estos comentarios asesinos. Tenéis muestras suficientes en la red de autores indies que afirman esta tendencia. Esos comentarios, eran además, particularmente hirientes, en algunos casos ya no contra la obra, sino contra el propio autor. En muchos, veladamente sospechosos de ser declaradamente inciertos ya que manifestaban no haber podido aguantar de leer ni el 10% del libro pero se extendían líneas y líneas en una valoración estilística y de argumento (alguien sensato realmente piensa que si un lector solo ha leído el 10% -pensemos en un libro estándar de 250 páginas equivalen a 25- puede decir que los personajes son planos, que el argumento es predecible o que copia descaradamente tal o cual obra clásica?? en serio? con 25 páginas!!).
Así que el recurso de bombardear a los escritores independientes con críticas que alejasen su atractivo del público lector nuevo fue, hasta hace nada, un recurso muy habitual. Hasta.... que Amazon zanjó esa práctica de manera contundente eliminando todo comentario sospechoso de ser un troll (probablemente identificando IPs repetidas) Así, de la noche a la mañana, nos encontramos que muchos comentarios habían sido "borrados" (tanto positivos como negativos) y que resultaba imposible continuar "falsificando cuentas".
Con todo, es de una lógica aplastante, siguieron llegando comentarios, tanto positivos como negativos a los libros, lo cual es básicamente natural. No conozco ningún autor con los pies en la tierra que no admita que su trabajo puede no gustar a todo el mundo, que lo que unos valoran muy positivamente (adjetivación, ligereza o densidad narrativa, diálogos, elección de personajes o trama, modos de cerrar la historia...) es lo que descontenta a otros. Que no se puede escribir a gusto de todos es una obviedad como un templo y todos los escritores (sensatos, ya digo) lo admitimos. De ahí que se encajen con dignidad las críticas desfavorables, que siempre las hay.
Las hay (críticas) y SIEMPRE, salvo casos flagrantes, las positivas suponen la inmensa mayoría de las críticas de CUALQUIER AUTOR y de CUALQUIER LIBRO; y eso es una realidad constatable y normal.
A los lectores que comentan les suele gustar el material leído independientemente del género, autor, particularidades, etc. Cosa distinta es que que les guste, les guste mucho o les guste muchísimo. Los casos flagrantes en los que las críticas negativas superan ampliamente a las positivas suele ser por casos que no pasan desapercibidos a nadie (faltan capítulos, hay un error de edición y el material no corresponde al título, es una traducción "googletranslator" y cosas así); y las denuncias vienen a señalar precisamente eso, no entran en la valoración estilistica.
Porque el lector, señores míos, es en su mayoría generoso, comprensivo y amable, y entiende que su valoración personal es eso, personal. La inmensa mayoría de los lectores ni siquiera comenta: leen, se guardan su opinión, la que sea, compran otro libro y siguen leyendo, porque las personas somos así. Nosotros hemos estimado que aparece un comentario por cada 100 libros vendidos. ¿Dónde está la opinión de los 99 restantes? Pues en su casa. Podemos pensar los autores utópicos que son fieles seguidores entusiasmados con nuestras letras, o aquellos del discurso destroyer hacer como Rajoy y apropiarse del silencio: no les ha gustado, pero no lo dicen. En ambos casos es una tremenda paja mental y la realidad sigue siendo la misma: del 100% de comentarios al 80% les gusta (en más o menor medida) y al 20 restante, no. Insisto: esto ocurre con cualquier libro y con cualquier autor. Todo entra en la más absoluta de las normalidades.
Pues bien, habiéndose castrado la posibilidad de inundar las fichas de los libros con críticas que desanimen a la lectura, tremendamente frecuentes antes, ahora parece que se ha encontrado un bulling silencioso. Los usuarios de Amazon tienen no solo la posibilidad de puntuar los libros y emitir sus opiniones, sino, además, poder valorar las opiniones que otros consumidores han tenido al respecto. Bajo la opinión vertida, Amazon pregunta "¿Le ha parecido útil este comentario?" y las opciones son SI y NO. En el listado de comentarios, Amazon entiende que los comentarios mejor puntuados (a los que se les cliquea el SI) son más interesantes, por lo tanto los coloca más visibles. Pues bien, la estrategia es la siguiente: Valorar positivamente cualquier comentario negativo (y negativamente cualquiera positivo) que tenga el libro. De esta manera, ya que no se puede inundar con nuevas críticas destroyer, se consigue que al lector nuevo le aparezca en el golpe de vista inicial todos los comentarios negativos que haya tenido el libro mucho más visibles que los positivos, lo cual desluce bastante la impresión inicial. La idea es crear en el nuevo consumidor la sensación de que el libro no es bueno y que si anda en buenas posiciones debe de ser por algo raro. He comprobado personalmente que tal tendencia está en incremento, especialmente en el portal español y en la mayor parte de los autores Indies. Es deliberadamente una estrategia silenciosa, sutil, el último recurso que queda a quienes siempre hemos molestado; y resulta demasiado sospechoso que un libro con buen ranking y con 60 comentarios de los cuales solo 10 comentarios malos, sean precisamente esos 10 comentarios malos los primeros en aparecer (supuestamente por iniciativa y valoración de los propios usuarios). Es una incongruencia tan evidente que levanta las sospechas. Y mis sospechas son las de siempre (sospechas, que no acusaciones, porque es evidente que sin pruebas, y es imposible tenerlas, son indemostrables). Si a un lector le cuesta expresar su opinión, me cuesta trabajo imaginarlo paseándose por el resto de comentarios y cliqueando precisamente los comentarios negativos, que de un tiempo a esta parte han crecido exponencialmente en su "valoración de utilidad."
Personalmente, creo que esta práctica sigue viniendo del entorno de aquellos que siguen teniendo intereses en el sistema editorial y a los cuales la existencia de un circuito y catálogo indie que se les escapa del control, del que no reciben beneficio, que copa en muchos casos la atención de los lectores (especialmente por el precio atractivo) y que en alguna ocasión desnuda sus contradicciones y faltas, sigue molestando... y en algún caso, puede llegar del propio mundo de los escritores y su ego, pues es factible pensar que los hay que canalizan así la frustración ante el éxito de terceros. No me cabe la menor duda de que el lector estándar poco tiene que ver con estas prácticas, aunque estas prácticas estén ideadas para seguir manipulando su criterio, para inducirle de alguna manera sobre lo que le interesa o debe interesar leer.
Que los escritores independientes somos una realidad aparte del sistema, es un hecho. Que nuestro lugar en la conciencia y hábitos de los lectores cada día es más sólida, también. Que el sistema no nos han destruido ni absorbido, otra realidad que más vale que vayan aceptando. Que se tomen tantas molestias contra nosotros y nuestro trabajo sigue siendo la prueba irrefutable de que nos toman mucho más en serio de lo que quieren admitir. Que seguiremos trabajando en seguir ofreciendo libros de calidad, buenas historias a un precio asequible; que mantendremos nuestra dignidad como autores a pesar de lo que puedan decir de nosotros es algo que al menos desde Vilches&Charro vamos a seguir empeñados en defender y mantener.
Para nosotros, llegados a este punto, ser indies es una cuestión de conciencia, casi de lucha de clase. Sabemos que van a seguir dando guerra, la cuestión es...
Que nosotros también.
V&Ch
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